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Władysław Kopaliński, o más bien Jan Stefczyk, nació en 1907. Es autor del Diccionario de Símbolos, Diccionario de Palabras Extranjeras, Diccionario de Mitos y Tradiciones Culturales, Léxico de Hilos de Amor, Diccionario de Recordatorios y de muchas otras valiosas publicaciones. Le gustaba rodearse de un velo de misterio, y quizá por eso utilizaba un seudónimo. El nombre Kopaliński que utilizó pertenecía al maestro que despertó en él su amor por la literatura.

Fue un eminente lexicógrafo, enciclopedista, publicista, editor y autor de estudios de literatura clásica y contemporánea. Nuestro patrón es toda una institución en la vida intelectual polaca. Es un humanista; una persona con una amplia formación: periodista, ensayista, columnista y traductor de literatura anglosajona. Entre los años 1949-54 fue presidente y redactor jefe de la cooperativa editorial Czytelnik, y durante 19 años tuvo su propio programa de radio titulado "Respuestas de varios cajones". Sus aficiones son difíciles de contar, siendo las más inusuales los gatos o los perfumes, mientras que su pasión más famosa fueron los símbolos. También era un gran amante de la música clásica. El propio autor consideraba que el Diccionario de Mitos y Tradiciones Culturales era su obra más importante, pero todas sus obras destacan por estar escritas de forma extraordinaria, con un gran compromiso con el tema. Cuando echamos mano de cualquiera de sus obras, el lenguaje accesible de la introducción nos anima a seguir leyendo. Aunque a veces nos sorprenda la elección de las entradas del diccionario, su disposición e incluso su contenido, nos rendimos a la pasión con la que el autor rastrea tenazmente los símbolos y así entramos en su extraordinario mundo. No es fácil describir a Kopaliński como persona porque evitaba la publicidad. Al parecer, trabajaba todo el día y sólo tenía tiempo libre por las noches, cuando se reunía con sus amigos para mantener Conversaciones Muy Importantes. Cuando trabajaba, no estaba acompañado por un equipo de lingüistas, ni siquiera utilizaba una máquina de escribir, y mucho menos un ordenador. Lo elaboraba todo él mismo, su archivo se guardaba en cajas de zapatos...